Muchos cristianos solo saben algunos relatos de la Biblia que oyeron de niños o aprendieron en la escuela dominical; por lo tanto, tienen la impresión de que la Biblia es un libro de historias sobre personas de fe interesantes y acontecimientos increíbles. Al no apreciar su argumento unificado, la ven como una colección de incidentes inconexos y no como la Palabra de Dios coherente y guiada por un propósito. Se les ha exhortado y animado a leer la Biblia y quizá lo hayan hecho una o dos veces, pero normalmente se desaniman al llegar al Éxodo y, desde luego, al Levítico.
Leen cosas emocionantes sobre la Biblia: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» ( Sal. 119:105). Da sabiduría y entendimiento (119:98, 99). Algunos versículos declaran que la Biblia es fuente de alegría (Salmo 119:14, 47, 70, 162). Jeremías 15:16 dice: «Cuando venían tus palabras, yo las comía; eran mi gozo y el deleite de mi corazón...». Los tesalonicenses «Acogieron el mensaje con la alegría que da el Espíritu Santo» (I Tes. 1:6). Por desgracia, nunca o rara vez llega a ser así para ellos.
Leen comentarios elogiosos de otros sobre la Biblia. «La Biblia parece una orquesta sinfónica», escribe J. I. Packer: «con el Espíritu Santo como su Toscanini; cada instrumento ha sido traído de buena gana, espontánea y creativamente, para tocar sus notas tal como deseaba el gran director. Está destinada a ser un medio constante de iluminación, enriquecimiento y estímulo, su influencia dinámica trayendo un gozo cada vez más profundo a nuestra vida diaria.» Pero si es así ¡la mayoría de la gente debe ser sorda!
Para algunos cristianos, la Biblia es fuente de controversia, confusión, debate y división. Se parece más a un rompecabezas que a una lámpara para sus pies. Se ven reducidos a leerla como un código profético secreto que hay que descifrar y trazar, o como un manual para ganar almas, o para encontrar soluciones a problemas personales.
La solución a este problema es aprender a leer la Biblia como un libro con propósito de pacto y desarrollo temático, la cual no puede leerse con el provecho que Dios pretende si ignoramos su marco, tema, patrón y flujo. Debemos aprender a leer la Biblia bíblicamente. Las diversas porciones de las Escrituras forman un solo libro, la revelación del plan eterno de redención de Dios. Cada parte contribuye a nuestra comprensión y apreciación de ese plan y es vital si queremos ser el pueblo santo de Dios, dedicado a Él en todos los ámbitos de la vida.
Los dos métodos siguientes le ayudarán a aprender a leer la Biblia como Dios quiere.
Leer los resúmenes de la Biblia
La unidad y armonía de la Biblia se revela en sus resúmenes dentro de ella misma. Leerlos primero, antes de intentar leerla en su totalidad, le ayudará a seguir la historia de la redención. Hay varios resúmenes de la Biblia dentro de ella misma.
A. Hechos 7, la defensa de Esteban, resume el progreso del plan redentor de Dios.
B. Isaías es un resumen de la Biblia tanto en estructura como en tema. Como la Biblia en su conjunto, Isaías consta de 66 divisiones (capítulos) que se dividen temáticamente en 39 «capítulos del Antiguo Testamento» y 27 «capítulos del Nuevo Testamento». Al igual que el Génesis, el primer libro de la Biblia, comienza con la creación. Al igual que el Apocalipsis, el último libro de la Biblia, concluye con la profecía de los nuevos cielos y la nueva tierra. Los primeros 39 capítulos tratan temas del Antiguo Testamento: la creación, el pecado y el juicio. Los últimos 27 capítulos tratan de temas del Nuevo Testamento: redención, salvación y justicia.
C. I y II Crónicas ofrecen también útiles resúmenes de la Biblia. Comienzan con Adán y concluyen con un lenguaje paralelo al de la Gran Comisión (cf. 2 Cr. 36:23; Mt. 28:18-20). 2 Crónicas es el último libro de la Biblia hebrea, fue compuesto después del exilio para el remanente que regresaba a Palestina. Trata del templo y del reino de Dios, en preparación para el N.T. en el que Cristo, el Hijo de David, el Hijo de Abraham (Mt. 1:1), viene a reunir al remanente, a inaugurar el reino de los cielos y a edificar su templo.
D. Los Salmos 104-106 son otro resumen de la Biblia. El Salmo 104 celebra la creación (Génesis 1). El Salmo 105 continúa la historia del trato de Dios con su pueblo comenzando con Abraham y el pacto hecho con él y sus descendientes. Traza el progreso de la historia redentora con Isaac, Jacob, José y el Éxodo a través de Moisés y Aarón. Concluye con la declaración de que todo esto se debió al pacto de Dios con Abraham (vv. 42-45). El propósito de Dios es tener un pueblo en comunión consigo mismo en adoración, santidad, justicia y verdad. El propósito de Dios en la creación y la redención se centra en la tierra, una «semilla» numerosa y una bendición para todas las naciones. Esto apunta al N.T. y particularmente a la Gran Comisión y a la historia de la redención tal como se desarrolla y avanza en Hechos. Allí vemos a Dios enviando a los apóstoles a bautizar a todas las naciones de la tierra (la tierra), una semilla numerosa a medida que miles se convierten, y la bendición a todas las naciones a medida que el Evangelio llega a los gentiles. El Salmo 106 repasa el terrible pecado del pueblo en el desierto, la rebelión en el Mar Rojo y concluye con el grito de salvación (vv. 47-48). Estas perspectivas nos definen lo que significa llamar al hijo de María «Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt. 1:21).
De estos resúmenes aprendemos que el objetivo de la salvación no es simplemente salvarse del infierno. La salvación también implica la liberación de nuestros enemigos, un corazón para adorar y alabar a Dios, una vida de justicia y la promesa divina de que todas las naciones conocerán y glorificarán al Señor. ¡Espero que esté empezando a entender el mensaje!
Leer la Biblia según su división
Si bien no hay un orden «inspirado» de los libros de la Biblia, no debemos suponer que se ha reunido al azar, ni dejar de notar la revelación progresiva de la redención en el orden en que los libros fueron inspirados y escritos. Sin embargo, la Biblia hebrea está dispuesta y organizada de manera diferente a la inglesa.
A. El Antiguo Testamento hebreo tiene tres divisiones: la Ley, los Profetas y los Escritos. Esta división se menciona en el Nuevo Testamento (Lucas 24:44). También se hacía referencia al Antiguo Testamento como la Ley y los Profetas (Mateo 7:12; 22:40; Lucas 16:16; Hechos 13:15; 26:22).
La Ley es el Pentateuco, los cinco primeros libros de la Biblia. Los «Profetas», según la definición hebrea, incluyen los libros que identificamos como libros históricos, Josué-Reyes. Según el Antiguo Testamento hebreo, estos libros se denominan «Profetas anteriores», porque fueron escritos por hombres que hablaban en nombre de Dios, aunque no necesariamente predecían el futuro. Los Profetas «posteriores» en la Biblia hebrea se refieren a los libros que identificamos como los Profetas, los cinco profetas mayores y los doce profetas menores. Su última división, los Escritos, incluía libros que llamamos poéticos: Rut, Lamentaciones, Ester, Daniel, Esdras Nehemías y Crónicas. El último libro del canon de Jesús, la Biblia hebrea, como hemos señalado, era 2 Crónicas. Saber esto nos ayuda a entender las palabras de Mateo 23:35: «Sobre ti caerá toda la sangre de Abel hasta Zacarías». Esta es una referencia al último libro de la Biblia hebrea: 2 Crónicas 24:20-22. En otras palabras, la culpa de toda la sangre de la A a la Z, todo el AT, recae sobre usted.
B. La ordenación moderna del AT de los libros de la Biblia está basada en la Septuaginta, la traducción griega del AT que fue escrita en el período intertestamentario (c.150' a.C.). Esta disposición es cuádruple (o a veces quíntuple): La Ley, la Historia, la Poesía y los Profetas (quíntuple si los dividimos en profetas mayores y profetas menores).
Para simplificar, también podemos reducir los 39 libros del Antiguo Testamento a tres categorías: Historia (17 libros), Poesía (5 libros) y Profecía (17 libros). Las secciones histórica y profética pueden subdividirse en grupos de cinco y doce libros. Los diecisiete libros de Historia pueden dividirse en los cinco libros de Moisés, el Pentateuco, la historia del establecimiento del pacto de Dios, y luego otros doce libros de Historia que relatan el desarrollo de la alianza en la vida del pueblo en términos de obediencia o desobediencia al pacto. Los diecisiete libros de profecías pueden dividirse en cinco profetas mayores y doce profetas menores.
También debemos saber que los profetas pueden distinguirse en profetas pre-exílicos, exílicos y post-exílicos. Obviamente, esto determinará su mensaje y nuestra comprensión y aplicación de estos profetas.
Las tres divisiones principales de los libros del Antiguo Testamento (Historia, Poesía y Profecía) se relacionan entre sí más como un sánguche que como un enlace de salchicha. En otras palabras, un género no enlaza con el otro, uno tras otro, cronológicamente, sino que se superponen. Los diecisiete primeros libros del Antiguo Testamento abarcan todo el período del Antiguo Testamento, desde el Génesis hasta Malaquías. 1 y 2 Crónicas, los dos últimos libros de la Biblia hebrea, abarcan toda la historia y la esperanza del Antiguo Testamento. Los libros de Poesía se escribieron principalmente durante el período de la historia de los reyes, en particular David y Salomón, y se solapan con los libros de historia. La mayor parte de los Profetas, al menos los profetas pre-exílicos, fueron escritos durante el período de los reyes; el resto fueron escritos después de los reyes y durante el exilio y el retorno. De ahí que cada división se superponga a la otra. Al leer los Salmos, por ejemplo, es útil consultar los libros históricos y relacionarlos con lo que ocurría en la vida de David. También es útil recordar que la mayor parte de los Proverbios fueron escritos por Salomón o como literatura sapiencial asociada con Salomón, el hombre más sabio que jamás haya existido y que era un tipo de Cristo, quien es más grande que Salomón.
C. El desarrollo histórico, progresivo, pactado, de la redención de la Biblia
Utilizando estas estructuras, podemos trazar la redención progresiva de Dios desde «la promesa hasta el cumplimiento». Cornelius Vanderwaal en su libro, Search The Scriptures, Vol. 1, Genesis - Exodus, (Paideia Press, St. Catherines, Ontario, Canadá, 1978), proporciona un marco teológico de pacto (pág. 44) para leer la Biblia bíblicamente. Utiliza la cuádruple división del Antiguo Testamento.
Profetas tardíos (los 17 libros proféticos del Antiguo Testamento)
Advertencias y promesas arraigadas en el pacto que miran hacia el Nuevo Pacto
Libros poéticos
La Sabiduría y los Cantos del pacto
Profetas anteriores
(Libros históricos)
El Señor mantiene su pacto
Pentateuco
Historia primitiva
El pacto en el Monte Sinaí
La ley del pacto
Observando este cuadro se puede ver la armonía, la unidad y el desarrollo progresivo de la relación de Dios con su pueblo.
Otro análisis útil del mensaje de la Biblia es el del Dr. Henry Krabbendam, profesor de Biblia en el Covenant College. En sus apuntes de clase sobre el Génesis, sugiere que, siguiendo las divisiones hebreas de la Biblia, la Ley, los Profetas y los Escritos, podemos comparar la Biblia con una casa. Los CIMIENTOS de la casa son la Ley, el Pentateuco. Las PAREDES de la casa son los Profetas. Las VENTANAS de la casa son los Escritos. El TECHO DE LA CASA es el N.T. El «hilo de oro» que recorre todo el conjunto es la promesa del pacto: «Seré un Dios para ti y para tu descendencia, y tú serás mi pueblo».
I . Los cimientos de la casa - El Pentateuco
La Ley es el fundamento del Antiguo Testamento y de toda la Biblia. Estos cinco libros exponen la historia redentora que condujo a la entrada de Israel en la tierra de Canaán. Comienzan con la creación y la orden de Dios a Adán de someter la tierra. Luego relatan cómo Adán sumió a toda la humanidad en el pecado, la miseria y la muerte con su primera transgresión. En Gn. 3:15 Dios anuncia su plan de redención, una semilla de la mujer que aplastaría la cabeza de la serpiente, Satanás, y de su descendencia. El propósito de Dios es anular los efectos de la maldición y crear un cielo y una tierra nuevos en los que habite la justicia.
Ese pacto de gracia se perpetuó mediante el pacto de preservación con Noé. Se adelantó con Abraham, ya que Dios dejó claro que esta promesa incluía una tierra, toda la tierra, una simiente numerosa y una bendición para todas las naciones a través de una simiente milagrosamente provista y resucitada, Isaac, un tipo de Cristo. La necesidad de la fe para heredar la promesa de salvación de Dios se hace explícita en este punto. El pacto de gracia continuó a través de Isaac, Jacob (Israel) y sus doce hijos, las doce tribus de Israel. Bajo Moisés, Dios redimió a su pueblo de la esclavitud, lo llevó al monte Sinaí, donde le dio una revelación exhaustiva de su Ley para la vida como pueblo de Dios, y lo formó como su nación (Éxodo - Levítico). Fueron conducidos a la frontera de Canaán, pero no pudieron entrar a causa de la incredulidad. Dios los condenó en su ira a vagar por el desierto durante 40 años (Números). Al final de los 40 años, como preparación para entrar en la tierra, Dios renovó el pacto y reiteró su ley (Deuteronomio). Como con Adán en Génesis 2, las bendiciones y maldiciones son anunciadas por la obediencia fiel a Dios y a su Palabra.
En este punto, Dios ha cerrado el círculo de su pueblo. Habiendo comenzado con Adán, a quien le había dado su ley e instrucción para someter todas las cosas, Dios ahora ha formado un nuevo pueblo de la humanidad, los ha elegido, redimido y llamado a su pacto. Ahora les da su Ley y les dice que entren y sometan la tierra de Canaán, un «anticipo» de la promesa a Abraham de darle una tierra y bendecir a todas las naciones a través de él.
Este es el fundamento del resto de la Biblia, el Nuevo Testamento, la Gran Comisión. Porque en Cristo, la simiente de la mujer, la simiente milagrosamente provista de Abraham, todas las promesas y propósitos de Dios se han convertido en «Sí, y Amén.» Todo lo demás no es sino el avance y cumplimiento del Pentateuco.
II. Los profetas (según la designación hebrea - los libros históricos según las versiones inglesas contemporáneas de la Biblia)
En la Biblia hebrea, los profetas se dividen en profetas anteriores y posteriores. Desde Josué hasta Reyes son los primeros profetas, y desde Isaías hasta Malaquías son los últimos profetas. Como sugiere el Dr. Krabbendam, los libros pueden compararse con las paredes o la estructura continua de la casa, la historia del pacto.
Los Profetas anteriores (libros históricos) abarcan la conquista de Canaán y el período de los Jueces y los Reyes. Estos libros también nos cuentan cómo el pueblo de Dios fue bendecido cuando guardó el pacto, y cómo fue maldecido y disciplinado cuando no creyó ni obedeció los mandamientos de Dios.
La historia del pacto durante este tiempo revela que aunque Israel fue elegido, redimido y llamado a ser una luz para las naciones, seguía siendo pecador y experimentaba las maldiciones del pacto. Sus oficiales, los profetas, sacerdotes y reyes no tenían el poder para salvar al pueblo. Muchos de sus profetas son falsos, sus sacerdotes impuros y sus reyes injustos y egoístas. En medio del progreso y avance del pacto está el clamor por un profeta, sacerdote y rey verdaderos, que miran hacia el nuevo pacto en Cristo.
En relación con el período de los reyes, el reino dividido, vienen los Profetas tardíos, Isaías - Malaquías, los predicadores del A.T. ¿Cuál es su «texto»? La ley del pacto de Dios. "Oyes a los profetas basar su alegato en el pacto de Dios cuando apelan al pueblo para que sirva al Señor. Los... profetas hablan de las promesas, exigencias y amenazas de Dios....Se aferran a la Ley de Moisés, remitiéndose a las disposiciones del pacto y a los anteriores hechos redentores del Señor, que garantizan la liberación mesiánica venidera. Los profetas también señalan las sanciones, las amenazas contenidas en la ley de Moisés, ellos advirtieron que esas amenazas se cumplirían si el pueblo del Señor no se arrepentía. Así pues, los profetas se pararon sobre los hombros de Moisés, y también de los de sus predecesores".
En medio de esta predicación profética está la promesa de que Dios cumplirá sus propósitos, cumplirá el pacto. Enviará a un Ungido, a un «Mesías» que será un rey fiel, un profeta verdadero y un sacerdote inmaculado. En Él se realizarán los propósitos salvíficos de Dios. El Mesías hará santo al pueblo de Dios y conquistará a sus enemigos para que toda la tierra y todas las naciones adoren a Dios y guarden sus mandamientos (Is. 2). Dios enviará su Espíritu y escribirá su ley en sus corazones, y Él será su Dios y ellos serán su pueblo (Jer. 31:31-34; Ez. 36:25-27). Este es el «nuevo pacto» que Él hará, cumpliendo su promesa a Abraham de una tierra, una simiente y un futuro bendito.
III. Las ventana de la casa - Los escritos de la Biblia Hebrea
Como dice el Dr. Krabbendam a propósito de estos libros: «La atención se centra en la vida bienaventurada de los que caminan en la sabiduría del pacto y guardan los mandamientos de Dios en sincera obediencia, y en el estado desdichado de los que desdeñan su sabiduría y transgreden sus mandamientos». La Ley es el fundamento; todo remite al pacto de Dios con Abraham y Moisés. Incluso el Pacto Davídico tiene como meta el establecimiento del pueblo de Dios, la simiente de Abraham como nación santa, el Pacto Mosaico.
Los Escritos, los Libros Poéticos en particular, presuponen los otros libros. "Los Salmos y las Lamentaciones nos dan una idea de la lucha que libró Israel en su relación con Dios al tratar de obtener las bendiciones del pacto. Al leerlos, es casi como si estuviéramos presentes en un servicio del templo. Miramos directamente al corazón de los creyentes que oran. ¡Cómo imploran el cumplimiento de las promesas de Dios! ¡Cómo se quejan de sus sufrimientos! ¡Cómo confiesan sus pecados! ¡Cuán agradecidos están por la liberación que han recibido, y cómo anhelan la redención definitiva!". Se nos muestra cuán profundamente creía Israel en las palabras de Moisés: «El Señor vindicará a su pueblo» (Deut. 32:36; Sal. 135:14; Rom. 12:19; Heb. 10:30; Ap. 18:20; 20:4).
"Los libros sapienciales como Job, Proverbios y Eclesiastés tienen el propósito de ayudar al pueblo del pacto a permanecer en el camino del Señor y aceptar su guía. El libro de Proverbios puede leerse como un comentario a los Diez Mandamientos..... En este libro encontramos aplicaciones concretas del temor de Yahvé, que es el principio de la sabiduría. Así pues, estos libros «poéticos» se basan en el Pentateuco. Su fundamento es el pacto de Dios con su pueblo".
IV. El techo de la casa - El nuevo testamento
El Nuevo Testamento es al Antiguo Testamento lo que el cumplimiento es a la promesa.
El nuevo pacto era necesario debido a las limitaciones del antiguo pacto. No era suficiente para cumplir los propósitos de Dios para con Adán y Abraham, no tenía poder para salvar en última instancia. Era externo y no tenía poder para hacer santo al pueblo y capacitarlo para guardar los mandamientos de Dios; en cambio, los dirigía hacia el Cordero de Dios que vendría. El nuevo pacto reúne los temas y propósitos de Dios revelados progresivamente en el Antiguo Testamento. En Cristo se realiza el pacto del comienzo, la preservación, la promesa, la ley y la realeza. Las sombras son barridas y lo implícito se hace explícito porque Él ha venido según la promesa y ha asegurado realmente la plenitud de la gracia de Dios para los pecadores (Jer. 31:31;Heb. 8:13).
Los Evangelios: La manifestación de Cristo
Las tres secciones del Antiguo Testamento culminan en el Nuevo Testamento. Mateo 1:1 se abre con la «génesis» de Jesucristo ¡el hijo de David, el Hijo de Abraham! Él es el cumplimiento de las promesas de Dios a Abraham y David. Es el segundo Adán, el que cumple el mandato de la creación dado originalmente a Adán (Rom. 5). Él es la simiente de la mujer (Gn. 3:15 c/Gál. 4-5). Los que crean, sean judíos o gentiles, heredarán las promesas hechas a Abraham (cf. Rom. 4; Gál. 3). Ellos son el Israel de Dios (Gál.6:16). Los que no crean, sean judíos o gentiles, serán exterminados. Jesús es el «Rey de los judíos», el Hijo de David, cuyo reino es eterno y llenará la tierra cuando todas las naciones entren en su reino y guarden la santa, justa y perfecta Ley de Dios, la ley de Moisés (Mateo 2:3; 2 Samuel 7; Isaías 2). Él es el cumplimiento de los tipos y sombras de las leyes de los sacrificios. Él escribe la ley en nuestros corazones (Jeremías 31:31-34; Ezequiel 36:25-27), haciendo que guardemos sus leyes y capacitándonos para ello, no solo de forma externa, sino en la mayor justicia que Jesús describió en Mateo 5-7, el Sermón de la Montaña. En contraste con el otro sistema teológico evangélico líder, el Dispensacionalismo, ¡Jesús no es antinomiano! ¡Jesús no llama a los hombres a seguirlo simplemente como Salvador y no como Señor! Jesús inauguró su reino (Mateo 4:17), no lo pospuso, como afirman algunos, echando así por tierra el mensaje de la Biblia y del reino. Su reino ha llegado, la nación de Israel ha sido juzgada por su rechazo del Cristo, y el nuevo pacto ha sido inaugurado con judíos y gentiles que se arrepienten y creen en las buenas nuevas del reino (Mat. 4: 17). Él les dio a sus discípulos la Gran Comisión, recordándonos la gran comisión a Adán en Génesis 1 ¡ir por todo el mundo y hacer discípulos de todas las naciones, enseñándoles a observar todo lo que Él ha mandado!
Los Hechos: La propagación de Cristo
En los Hechos leemos que, habiendo sellado el nuevo pacto con su sangre, derramó el Espíritu Santo que el Padre había prometido en Ezequiel 36:25-27 y Joel 2:28-32. El propósito de este derramamiento era la propagación de Cristo. La meta de esta efusión era que su Iglesia recibiera el poder necesario para cumplir la Gran Comisión (cf. Is. 61-62). Jesús ha sido exaltado a la diestra del Padre hasta poner a sus enemigos por estrado de sus pies (Hch. 2; Gn. 3:15). Hechos nos muestra el cumplimiento progresivo en los primeros días de la iglesia en el cumplimiento de la promesa a Abraham de una tierra, una simiente y una bendición para todas las naciones. Termina con la gran perspectiva, no de derrota, sino de conquista creciente (28:17-30). Aunque Pablo estaba en prisión ¡nada podía detener el avance del reino de Dios!
Las Epístolas: Interpretación y aplicación de Cristo
Las epístolas son también cartas de pacto. Algunas, como Romanos y Gálatas, explican cómo Jesús es el cumplimiento de las promesas y propósitos de Dios y llaman al pueblo a la fe y la obediencia. Otras abordan problemas concretos de doctrina o de vida. En ambos casos, los escritores los llaman a vivir como cristianos del nuevo pacto, en fe y obediencia.
Profecía: La consumación en Cristo
El Apocalipsis ha sido más un enigma que una «revelación» para los cristianos. Pero ¿es necesario que sea así? Dios lo llama «revelación». Fue escrito por Juan para el pueblo de Dios que vivía en aquellos días (1:1-3). El problema es que los cristianos han tomado las palabras literales en sentido figurado y las palabras figuradas en sentido literal. «El tiempo está cerca», Apocalipsis 1:3, lo han convertido en miles de años, y el simbolismo apocalíptico lo han tomado literalmente. Lo que se ha pasado por alto es que ¡el Apocalipsis no se escribió ayer! Muchos comentaristas están llegando a creer que fue escrito antes de que Jerusalén fuera destruida en el año 70 d.C., para preparar al pueblo de Dios para la próxima destrucción del Templo, el fin del judaísmo y el triunfo final del pueblo de Dios, aquellos a quienes Juan les estaba escribiendo.
¿Qué significa para nosotros leer la Biblia bíblicamente? Significa que debemos considerar que esta expone el plan y el propósito de la creación y la redención de Dios y que produce comprensión y confianza en el futuro, porque sabemos que cosecharemos a su debido tiempo si no desmayamos y que nuestro trabajo no es en vano en el Señor. Leer la Biblia bíblicamente significa leerla como la revelación del desarrollo progresivo del propósito redentor de Dios, quien ha creado, elegido, llamado, redimido y restaurado a su pueblo a la comunión con Él mismo. Significa restaurar al hombre a imagen de Dios, en justicia y santidad, con dominio sobre las criaturas. Significa restaurar al hombre como virrey de Dios en la tierra. Significa restaurar los matrimonios y las familias (Mal. 4; Ef. 5), restaurar la dignidad y la fecundidad del trabajo en nuestras vocaciones (Gn. 1; Ef. 6). La fidelidad a ella nos permitirá ser sal en luz en nuestra sociedad, proclamar la buena nueva del reino de Dios y discipular a las naciones hacia Cristo, hasta el día de su venida, cuando le presente el reino consumado a su Padre (I Cor. 15:25-27).
Hay que leer la Biblia según el propósito del autor
La pregunta 1 del Catecismo Menor Westminster comienza con nuestro fin principal, que es glorificar a Dios y gozar de Él para siempre. La pregunta 2 continúa respondiendo a la pregunta «¿Qué regla nos ha dado Dios para dirigirnos, cómo podemos glorificarlo y disfrutarlo?» diciendo ''Las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento son la única regla para dirigirnos en cómo podemos glorificarlo y disfrutarlo." La pregunta 3 responde a la pregunta, «¿Qué enseñan principalmente las Escrituras?» diciendo: «Las Escrituras enseñan principalmente lo que el hombre necesita creer acerca de Dios y qué deber Dios requiere del hombre». De eso trata la Biblia.
Principalmente nos enseña lo que debemos creer y hacer. 2 Tim. 3:16 nos dice que toda la Escritura es útil, pero eso no significa que toda la Escritura es tan provechosa como cualquier otra. ¿Qué importancia tiene saber los nombres de los levitas y sacerdotes en 2 Crón. 17:7,8? ¿Qué importancia tiene para nosotros entender la poesía cretense, a la que Pablo se refiere en Tito 1:12? No descuidemos los principios de lo que debemos creer y hacer. Debemos tener cuidado de que por curiosidad teológica no dediquemos más tiempo del conveniente o edificante a explorar estos senderos.
Nos enseña no solo lo que debemos creer, sino también lo que debemos hacer. No debemos evitar u omitir hacer lo que se nos ha ordenado en nombre de un mayor estudio sobre lo que debemos creer. Como alguien ha dicho: «¡Ya sabemos más de lo que hacemos!». El Catecismo Menor, pregunta 1, habla del fin principal o último del hombre, dando a entender que hay fines subordinados. Como cristianos, tenemos varios fines, propósitos, responsabilidades y deberes que nos incumben además de nuestro estudio de la teología y la Biblia. Thomas Vincent, en su comentario sobre el Catecismo Menor pregunta 1, dice que los fines subordinados son la diligencia en llamados particulares. Los hombres también pueden comer, beber y dormir para este fin y pueden nutrir y refrescar sus cuerpos. Los hombres también pueden desear y esforzarse moderadamente por disfrutar de una porción de los bienes del mundo que sea necesaria y útil. Aunque todos los hombres (y mujeres) deben ser «teólogos», esto no constituye la totalidad de su responsabilidad cristiana. Los hijos deben ser educados y prepararse para las vocaciones, los padres deben trabajar y proveer para su familia y su futuro. Por supuesto, un peligro mayor para la mayoría hoy día es la falta de atención al estudio bíblico y teológico.
Nos enseña lo que debemos creer y hacer respecto a Dios, qué deber exige Dios del hombre. El Salmo 51 registra que el pueblo tenía una visión falsa de Dios y esta lo llevaba a prácticas pecaminosas. Cuando Josías redescubrió la ley de Dios, descubrió que el pueblo desobedecía a Dios, se arrepintió e instituyó reformas en los términos de su Palabra, 2 Reyes 22. ¿Qué sucede cuando los hombres no siguen la Palabra de Dios? Lea Jueces 17-18. La vida sin reconocimiento del gobierno de Dios es infeliz, confusa y desagradable ante Él.
Debemos leer la Biblia como un libro
La Biblia es un libro grande de 66 libros, pero en última instancia y esencialmente es uno solo, Juan 5:39, Lucas 24:27, Juan 15:26, 2 Tim. 1:9,10. El Señor Jesucristo da unidad y autoridad a toda la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis por su referencia a las Escrituras del Antiguo Testamento como la Palabra de Dios y su promesa del Espíritu a sus discípulos para traer a la memoria todo lo que Él ha dicho. «El centro de la Biblia es Cristo encarnado y glorificado, por quien todas las cosas serán renovadas» -Willem Van Gemeren. Es la historia de lo que Dios se ha propuesto y ha hecho con el hombre por medio de Cristo.
La Biblia es un libro sobre lo que Dios ha dicho y hecho. El centro del escenario no le pertenece al hombre, sino a Dios, está centrada en Dios y en Cristo. Es el registro del Dios soberano, quien es el Señor absoluto del cielo y de la tierra y de todas las criaturas y hombres. Es el registro de cómo Dios trata con el mundo, es el registro del establecimiento de Dios de su reino en la tierra, creando y tratando con el hombre de una manera especial y única. Esa manera especial es la relación de Dios establecida con el hombre por medio de un «pacto». El pacto es la relación establecida por Dios con el hombre en la que promete la vida o la muerte, bendiciones o maldiciones, sobre la base de la fe y la obediencia. Es un vínculo y una promesa de vida y amor para la obediencia y de maldición para la desobediencia.
Dios estableció un pacto con Adán y toda su posteridad. Cuando Adán, y por tanto todos los hombres, cayeron en pecado, las maldiciones del pacto entraron en juego. Pero Dios, en su misericordia, pronunció una palabra de promesa de gracia, Gn. 3:15, que se había propuesto hacer en la eternidad, Ef. 1:4ss. Así, Él mantiene la promesa de perdón y nueva vida para aquellos que regresan a Él en fe y obediencia, confiando en Jesucristo como su Salvador y Señor. Al mismo tiempo, esta redención no depende del capricho o del libre albedrío de los hombres, sino que Dios salvará a un pueblo para sí mismo. Es Él quien regenera los corazones de algunos hombres, atrayéndolos hacia sí, salvándolos y renovándolos a su imagen y dándoles una herencia eterna. El resto de la Biblia trata de cómo Dios hace esto.
La Biblia es el libro de la historia de la redención. No es solo historia o solo una historia de lo que Dios hizo. Es la historia del movimiento de Dios para restaurar a la gente pecadora y a toda la creación a una relación correcta con Él mismo, mientras destruye a todos sus enemigos y a los de ellos. Es progresiva-gradual, es el registro de la creación de Dios y el propósito de la redención de los hombres a través de su Hijo para la gloria de su gracia. Es la historia del reino de Dios, Dios con nosotros, y la redención de los hombres por su Hijo para su gloria. Relata cómo Dios en la eternidad se propuso crear y permitir la caída, para redimir a los hombres por medio de su Hijo. Desde el principio, Génesis 3:15, Dios reveló que redimiría a un pueblo para sí y que aplastaría la cabeza de la serpiente y de su descendencia. Está centrada en Dios y no en el hombre. Es una revelación de la voluntad soberana y el propósito y el poder de Dios y no el libre albedrío soberano del hombre que le hace un favor a Dios al creer en su Hijo y recibirlo como Salvador.
Debemos leer la Biblia como Antiguo Testamento y Nuevo Testamento
La palabra «testamento» como se usa aquí es desafortunada y engañosa. Es la misma palabra que pacto, así que la Biblia se divide en el antiguo pacto y el nuevo pacto.
Los términos «antiguo» y «nuevo» también pueden malinterpretarse. Muchos cristianos dicen: «¡Somos cristianos del N.T.!». O: «Eso está en el Antiguo Testamento». Pensamos en lo viejo como algo que hay que desechar, como un zapato viejo.
Viejo con referencia al «Antiguo» Testamento tiene el significado de anterior o previo, no significa inútil o sin valor. El Nuevo es el cumplimiento del Antiguo, el Antiguo es la plataforma del Nuevo. Moisés estaba escribiendo sobre Cristo, Juan 5:46; Cristo vino a cumplir la ley y los profetas, no a abolirlos, Mat. 5:17.
Cristo y los apóstoles consideraban el Antiguo Testamento como su Biblia. Debemos decir que somos cristianos bíblicos. Dios estableció un pacto con el hombre, Adán, antes y después de la caída. Esta promesa fue repetida y ampliada a través de Abraham y David. Este pacto establecido no se cumplió en el Antiguo Testamento, el cual incluso predijo que Dios haría un nuevo pacto en el futuro, Jeremías 31:31-34. Jesús vino a cumplir el antiguo pacto, Lucas 1:72-73, y habló de su sangre como ratificando el nuevo pacto, Mat. 26:28, Heb. 8:6-8.
Por lo tanto, no debemos pensar que la Biblia está dividida en dos mitades, sino que son dos mitades unidas en un solo libro. El Nuevo Testamento no es una ruptura con el Antiguo Testamento, sino su cumplimiento, Mat. 1:1. No debemos crear una división real entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, diciendo que el Antiguo Testamento era para los judíos y ahora es historia pasada, irrelevante; que el Nuevo Testamento es para los cristianos y nosotros somos una iglesia del Nuevo Testamento. La Biblia comprende dos libros unidos. enuno, el A.T. La Promesa y el N.T. El Cumplimiento.
Agustín dijo: «El Antiguo Testamento está en el Nuevo Testamento revelado y el Nuevo Testamento está oculto en el Antiguo Testamento». Thomas Watson escribió: «Los dos testamentos son los dos labios por los que Dios nos ha hablado». Un teólogo ha dicho que el Antiguo y el Nuevo Testamento son como las dos mitades de una frase; ambas son necesarias antes de que podamos leer la frase completa. Hay similitudes y diferencias. El N.T. dice que Cristo es el fin de la ley en un sentido, «el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree», Rom. 10:4. Pero Él no vino a ponerle fin a la ley, no vino a ponerle fin a la justicia que la ley manifiesta, sino a establecerla. Debemos pensar y leer los dos testamentos como promesa y cumplimiento.
El Dr. W. H. Griffith Thomas escribió que si uno solo encontrara y leyera el Antiguo Testamento llegaría a la conclusión de que es un libro sobre promesas incumplidas, ceremonias inexplicables y anhelos insatisfechos. Pero si recibiéramos el Nuevo Testamento, descubriría que en la primera página se describe el nacimiento de Jesús como el cumplimiento de lo que Dios había prometido en el Antiguo Testamento (Mateo 1:22). 1:22. Luego descubriría que en Cristo se cumplen las promesas, se explican las ceremonias y se satisfacen los anhelos y las esperanzas.
Tenemos un Dios, un Mesías, una Ley moral, un camino de salvación, un pueblo de Dios y una esperanza de vida eterna. El nuevo pacto no difiere en naturaleza del antiguo pacto. Lo que el Evangelio del nuevo pacto proclama es que Cristo ha cumplido las prefiguraciones y sombras y tipos del antiguo pacto, trayendo así el perdón completo de nuestros pecados. Cristo también recibió el don del Espíritu Santo, que a su vez equipa a la Iglesia para la tarea mundial, no limitada a la única nación de Israel. En la expansión de la Iglesia por toda la tierra vemos el cumplimiento de lo que Isaías había profetizado mucho antes, Isa. 42:1-7. Por lo tanto, debemos ver el nuevo pacto, el Nuevo Testamento, como el cumplimiento del antiguo pacto, no como una ruptura, no como un nuevo plan, no como un plan adicional introducido porque el anterior fue pospuesto.
El Nuevo Testamento es el cumplimiento y la culminación de las promesas del Antiguo Testamento. Dios completó la sentencia que comenzó en el Antiguo Testamento. Reveló parte del plan y propósito de la redención a Adán, otra parte a Noé, más a Abraham, más a Moisés, y aún más a David, hasta que en Jesucristo se reveló toda su gloria, Heb. 1: 1, 2. El AT era la verdad, pero no toda la verdad, en el AT Dios hablaba lenta, gradual y progresivamente. En el N.T., Él habla finalmente, completa y libremente.
Debemos leer el Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento comienza con Dios, el Dios poderoso, creador y soberano. Nos dice que Dios creó al hombre y le dijo que trabajara, que se casara y formara una familia, y que ejerciera dominio sobre toda la creación para alabanza de Dios. Demuestra que estamos asociados con Dios. Estoy aquí en el mundo de Dios, le pertenezco, tengo una tarea y debo ser fiel. Dios hizo un pacto con Adán, una promesa de vida y muerte.
El hombre rompió el pacto con Dios, pecando al comer el fruto prohibido. El matrimonio se vio afectado, el trabajo también, y su relación con Dios también naufragó. Pero Dios no deja que el Diablo triunfe. Él viene al hombre y promete restaurar la relación con Adán y Eva y con una parte de su descendencia, Gn. 3:15. Ahora le nacerán a Eva hijos que por naturaleza humana son niños, productos del Diablo, pero por la gracia de Dios, ella también dará a luz hijos a quienes Dios regenerará. Dios restaurará la relación del hombre consigo mismo, restaurará al hombre a imagen de Dios, restaurará la familia y el trabajo del hombre. Uno de sus descendientes aplastará la cabeza de la serpiente, ver Rom. 16:20. El Creador será el re-creador y Él promete un Salvador.
Vemos el desarrollo histórico de las dos líneas, las dos semillas, Caín y los cananitas, cómo Satanás continúa buscando destruir al hombre, pero Dios continúa su propósito a través de Seth, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José, etc. Noé encontró gracia a los ojos de Dios. A Jacob he amado, mostrando la gracia electiva de Dios. Y estoy trabajando a través de Abraham para que todas las naciones sean bendecidas. Dios crea y redime un pueblo para sí. Los saca de Egipto al Monte Sinaí y les da sus leyes que habían sido escritas en sus corazones en expresión más completa y externa para que sepan cómo agradar y servir a Dios en santidad. Dios los conduce a Canaán, una tierra desde la que pueden penetrar en todo el mundo, ser una luz para las naciones, Deut. 4.; un lugar para servir y adorar a Dios.
No obstante, no sirvieron a Dios, por lo que Dios los disciplinó y levantó Jueces para liberarlos temporalmente. Luego vinieron Samuel, David y Salomón. Dios guarda a su pueblo y hace promesas, 2 Sam. 7 de un Hijo y un reino eterno. David y Salomón eran reyes y representantes del gran rey que vendría. Además de los reyes, encontramos sacerdotes y profetas que ministraban al pueblo de Dios. Pero los reyes eran malvados, los profetas mentían y los sacerdotes mismos eran impuros. Todos ellos servían para tipificar lo que necesitaban, pero ese hombre no podía alcanzarlo a causa de su pecado. El pueblo de Dios fue al cautiverio por su pecado y luego regresó. Dios se reservó un remanente. Él levantó a Nabucodonosor como su vara y luego lo hirió porque se envaneció. Dios levantó a Ciro para liberar a su pueblo. Él trajo la semilla de Abraham de nuevo a Jerusalén donde el Cristo iba a nacer. Así, ellos señalaron la necesidad de un profeta, sacerdote y rey más grande - ¡que era y es el Señor Jesucristo! En Cristo, ahora Dios está cumpliendo las promesas y propósitos del Antiguo Testamento. Su pueblo no se limita a los judíos, Israel, sino a cualquiera, solo, y a todos los que como Abraham creen en Él y lo adoran y sirven. El resto de la humanidad será justamente destruida por su pecado, incredulidad, rebelión y desobediencia.
El Antiguo Testamento puede dividirse en tres tipos de libros: Historia, Poesía y Profecía
Los libros del Antiguo Testamento no están ordenados en orden cronológico sino en términos de género, el tipo de literatura, ellos son: Historia, Poesía y Profecía.
Las Escrituras de Jesús tenían un orden de libros diferente al de nuestra Biblia. El orden no es inspirado. Se referían a una división en tres partes: la Ley, los Profetas y los Escritos, Lucas 24:44, o a veces como la Ley y los Profetas, Mat. 7:12, 22:40, Lc. 16:16, Hch. 13:15, 26:22 y comprendían diferentes textos del Antiguo Testamento; además, en esas categorías incluían libros del Antiguo Testamento diferentes a los nuestros. El último libro, por ejemplo, en la Biblia de Jesús era 2 Crónicas. Saber esto nos ayuda a entender las palabras de Mat. 23:35, sobre ti caerá toda la sangre de Abel hasta Zacarías, (2 Cr. 24:20-22), en otras palabras, la culpa de toda la sangre de la A a la Z, todo el AT.
La disposición moderna del Antiguo Testamento se basa en la Septuaginta, la traducción griega del Antiguo Testamento escrita en el período intertestamentario (150 a.C.). Esta disposición es cuádruple: La Ley, la Historia, la Poesía y los Profetas.
Para simplificar, podemos dividir los 39 libros del Antiguo Testamento en tres categorías: Historia (17 libros), Poesía (5 libros) y Profecía (17 libros). Los libros de historia y profecía pueden subdividirse a su vez en grupos de 5 y 12 libros: Los 17 libros de historia pueden dividirse en los 5 libros de Moisés, el Pentateuco, la historia del establecimiento del pacto de Dios, y luego otros 12 libros de historia que relatan el desarrollo de la vida del pueblo en términos de obediencia al pacto. Los 17 libros de Profecía pueden dividirse en 5 Profetas mayores y 12 Profetas menores. También debemos saber que algunos de los profetas son pre-exilio, exiliados y post-exilio. Además, estas tres divisiones principales están relacionadas entre sí como un sándwich en lugar de una salchicha, se superponen unas a otras. Los 17 libros de Historia abarcan todo el A.T. (1 y 2 Crónicas abarcan toda la historia del A.T.). Los libros de Poesía fueron escritos durante el período de la historia de los reyes, David y Salomón y la mayoría de los Profetas, al menos los profetas pre-exilio, fueron escritos durante el período de los reyes también, y el resto fueron escritos después de los reyes y durante el exilio y el retorno.
1. Es histórica. No es mera teología, es teología sistemática. Nuestra religión y nuestra redención tienen sus raíces en la historia. Dios hizo cosas en la historia. No nos dice todo lo que nos gustaría saber sobre la creación, por ejemplo. Es historia de la salvación.
2. Es progresiva: Hay una historia, un progreso; paso a paso Dios va guiando a su pueblo, revelando más sobre Él mismo, su voluntad y su salvación. Cuando Israel era un niño, Dios lo amaba como a un niño, Has. 11:1,3. Ahora Dios ha terminado su revelación y llama a todos los hombres al arrepentimiento, Hechos 17:30. Deténgase y observe el paisaje mientras viaja por el Antiguo Testamento, pero su meta es el final del viaje, Cristo como el cumplimiento. La Biblia es como una semilla, una bellota, que se planta y crece hasta madurar. El árbol entero está en la bellota, pero no puede ver el árbol entero mientras es una bellota. Hay que esperar a que crezca hasta la madurez.
3. Es orgánico y hace época. Por orgánico queremos decir que Dios se mueve desde la semilla hasta el crecimiento y el cumplimiento. Es como un árbol que crece de una semilla a un árbol adulto. Muchos cristianos no lo leen como un todo orgánico unido, sino como vagones separados de un tren. Hay poca o ninguna conexión real entre cada etapa. El Antiguo Testamento hace época, lo cual significa que trata de personas y épocas concretas, algunas con más detalle que otras. Es una historia selectiva, no exhaustiva. Trata de unos pocos hombres y deja muchas lagunas, pero progresa hacia el cumplimiento de la redención. Lea el sermón de Esteban en Hechos 7 para hacerse una idea. Las figuras clave son Adán, Noé, Abraham, Moisés, David y Jesús.
El contenido de cada división
1. La historia (17 Libros) - 5 libros de la Ley y 12 otros libros de Historia: Este es el fundamento de la Biblia, no solo del A.T. El fundamento de la relación del hombre es la obediencia amorosa a Dios por medio de la fe. La Ley nos da el anuncio y el establecimiento del pacto de redención de Dios con Israel, que ha de ser una bendición para todas las naciones, Génesis 15: 17. Comienza con la Ley de Dios, Gn 2, continúa con una revelación más completa de la Ley de Dios, Éx 20 y concluye con un recordatorio de la Ley de Dios, Deuteronomio. Dios creó al hombre para que viviera en la fe y la obediencia a sus mandamientos. El hombre pecó y cayó bajo la culpa y la condena de la Ley. Dios redimió a un pueblo para sí y le dio su Ley para constituirlo en un pueblo santo, para lo cual el hombre había sido creado.
Los otros 12 libros de Historia que siguen a la ley, el Pentateuco, manifiestan el desarrollo histórico del pacto de Dios con su pueblo en términos de su fe, amor y obediencia a Él. Abarcan la conquista de Canaán, los Jueces, el período en que Israel fue gobernado por reyes y el retorno a Israel tras el cautiverio en los libros de Esdras y Nehemías. Durante todo este tiempo vemos a Dios manteniendo su intención, su pacto a través de bendiciones y maldiciones, tal como prometió que haría. I Cor. 10:11 dice que estos fueron escritos para nuestra instrucción. Durante este tiempo se nos presentan profetas, sacerdotes y reyes, pero todos ellos son fracasos, por ser hombres pecadores.
2. La poesía (5 Libros) - Los libros poéticos están enraizados en las promesas del pacto de Dios y apelan a ellas, Salmo 1, Proverbios 1. Cuando los leemos es casi como si estuviéramos observando un servicio de adoración, la familia, la comunidad, los corazones del pueblo de Dios. Miramos directamente a los corazones de los creyentes que oran, sufren, confiesan y suplican mientras luchan por vivir en la fe, el amor y la obediencia a Dios en términos de su ley, su pacto y oran por el cumplimiento de las promesas de la redención. Los libros de la Sabiduría pretenden ayudarles a mantenerse en el camino y vivir según la sabiduría de Dios en lugar de la del hombre. Proverbios puede leerse como un comentario práctico sobre los Diez Mandamientos.
3. Los profetas (17 libros) son los predicadores del Antiguo Testamento. Siempre están exhortando al pueblo a cumplir el pacto con Dios, a guardar sus mandamientos, le recuerdan lo que Dios ha hecho por él y su Ley. Hablan de exigencias, amenazas y promesas. Dios promete un Mesías, un profeta, sacerdote y rey ungido que vendrá y a través del cual se realizarán las promesas y los propósitos de Dios. Malaquías termina con la promesa de un Hijo de justicia que se levantará.
¿Entiende? Dios nunca se detiene. Él continúa desarrollando y llevando a cabo su redención. La salvación no es un gran esfuerzo, una gran oferta ¡sino un gran logro!
Alguien ha sugerido este esquema:
Los libros de la Ley - El fundamento para la venida de Cristo
Los libros de historia - La preparación para la venida de Cristo
Los libros poéticos - La aspiración para la venida de Cristo
Los libros proféticos - La espera de la venida de Cristo
El contenido de cada uno de los libros del A.T.
Los libros de historia
Génesis, el libro de los comienzos u orígenes de la creación, el pecado, la redención y el pacto, el pueblo elegido de Dios.
Éxodo, la salida del pueblo de Dios de Egipto y la entrega de la Ley en el monte Sinaí.
Levítico, las leyes relativas al trabajo sacerdotal de la tribu de Leví, dadas en el monte Sinaí.
Números, la numeración de las tribus y su viaje a la frontera de Canaán, la tierra prometida.
Deuteronomio, la repetición de la Ley antes de entrar en la tierra de Canaán a la generación siguiente.
Josué, la conquista de la tierra de Canaán por el sucesor de Moisés.
Jueces, la historia del pueblo que vivía en la tierra cuando era gobernado por diferentes jueces; que significa «libertadores» o «salvadores».
Rut, relato personal de Rut durante el período de los jueces y antepasado de Jesús.
Samuel, 1 & 2, el último juez, y los primeros reyes, Saúl y David.
Reyes, 1 y 2, el lugar de David es ocupado por Salomón, cuyo reino se divide más tarde en dos, el Reino del Norte (Jeroboam y 10 tribus), el Reino del Sur (Roboam y 2 tribus). En esta época profetizaron Elías y Eliseo, y se escribieron varios libros proféticos, Amós, Oseas (profetas del Reino del Norte), e Isaías, Jeremías, Miqueas, Nahum, Habacuc y Sofonías (profetas del Reino del Sur).
Crónicos 1 y 2, repite gran parte de la historia de 2 Sam. y 1 y 2 Reyes, centrándose en acontecimientos históricos concretos hasta el exilio por los pecados de Israel.
Ezra y Nehemias narran el regreso a Jerusalén tras el exilio y la reconstrucción del templo.
Ester vivió durante este tiempo y es un ejemplo de la providencia de Dios al redimir a su pueblo de sus enemigos.
Los poemarios
Job nos dice cómo sufrir. Es el tratamiento poético de un patriarca que vivió y sufrió durante la primera parte del relato de Génesis y Abraham.
Salmos, escrito en su mayor parte por David, nos dice cómo adorar. Contiene cantos, oraciones, confesiones y aspiraciones.
Los Porverbios, escritos en su mayor parte por Salomón, nos dicen cómo vivir.
Eclesiastés, escrito por o sobre Salomón, nos dice cómo ser felices.
Canto de Salomón, escrito por o sobre Salomón, nos dice cómo amar. Refleja la pureza del amor conyugal humano y apunta a un amor aún más grande.
Los libros proféticos
De los cinco Profetas mayores, Isaías, Jeremías y Lamentaciones (escrito por Jeremías) son pre-exilio. Ezequiel Y Daniel son de exilio, durante el cautiverio en Babilonia.
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