1. No es matrimonio
Llamar matrimonio a algo no lo convierte en matrimonio, el cual siempre ha sido un pacto entre un hombre y una mujer que por su naturaleza está ordenado a la procreación y educación de los hijos y a la unidad y bienestar de los cónyuges.
Los promotores del “matrimonio” entre personas del mismo sexo proponen algo totalmente distinto, proponen la unión entre dos hombres o dos mujeres. Esto niega las evidentes diferencias biológicas, fisiológicas y psicológicas entre hombres y mujeres, las cuales encuentran su complementariedad en el matrimonio. También niega la finalidad primaria específica del matrimonio: la perpetuación de la raza humana y la crianza de los hijos.
Dos cosas completamente diferentes no pueden considerarse la misma cosa.
2. Viola la ley natural
El matrimonio no es una relación cualquiera entre seres humanos, está enraizada en la naturaleza humana y; por tanto, regida por la ley natural.
El precepto más elemental de la ley natural es que “hay que hacer y perseguir el bien, y evitar el mal”. Por su razón natural, el hombre puede percibir lo que es moralmente bueno o malo para él, así que puede conocer el fin o propósito de cada uno de sus actos y por qué es moralmente malo transformar los medios que le ayudan a realizar un acto en el propósito del mismo.
Cualquier situación que institucionalice la elusión de la finalidad del acto sexual viola la ley natural y la norma objetiva de la moralidad.
Al estar arraigada en la naturaleza humana, la ley natural es universal e inmutable, se aplica a toda la raza humana por igual, manda y prohíbe con coherencia, en todas partes y siempre. San Pablo enseñó en la Epístola a los Romanos que la ley natural está inscrita en el corazón de todo hombre. (Ro 2:14-15)
3. Siempre le niega al niño un padre o una madre
Lo mejor para el niño es que se críe bajo la influencia de su padre y de su madre naturales. Esta regla se ve confirmada por las evidentes dificultades que afrontan los muchos niños que son huérfanos o que son criados por un solo padre, un pariente o un padre adoptivo.
La desafortunada situación de estos niños será la norma para todos los hijos de un “matrimonio” del mismo sexo. Un niño de un “matrimonio” entre personas del mismo sexo siempre se verá privado de su madre o padre naturales, será criado necesariamente por una parte que no tiene ninguna relación de sangre con él. Siempre estará privado de una madre o un padre modelo.
El “matrimonio” entre personas del mismo sexo ignora el interés superior del niño.
4. Valida y promueve el estilo de vida homosexual
En nombre de la “familia”, el “matrimonio” entre personas del mismo sexo sirve para validar no solo este tipo de uniones, sino todo el estilo de vida homosexual en todas sus variantes bisexuales y transexuales.
Las leyes civiles son principios estructuradores de la vida del hombre en sociedad. Como tales, desempeñan un papel muy importante y a veces decisivo a la hora de influir en las pautas de pensamiento y comportamiento. Configuran externamente la vida de la sociedad, pero también modifican profundamente la percepción y la evaluación que cada uno hace de las formas de comportamiento.
El reconocimiento legal del “matrimonio” entre personas del mismo sexo oscurecería necesariamente ciertos valores morales básicos, devaluaría el matrimonio tradicional y debilitaría la moralidad pública.
5. Convierte un error moral en un derecho civil
Los activistas homosexuales sostienen que el “matrimonio” entre personas del mismo sexo es una cuestión de derechos civiles, similar a la lucha por la igualdad racial en la década de 1960. Esto es falso.
En primer lugar, el comportamiento sexual y la raza son realidades esencialmente diferentes. Un hombre y una mujer que quieren casarse pueden tener características diferentes: uno puede ser negro, el otro blanco; uno rico, el otro pobre; o uno alto, el otro bajo. Ninguna de estas diferencias es un obstáculo insalvable para el matrimonio. Los dos individuos siguen siendo hombre y mujer y así se respetan las exigencias de la naturaleza.
El “matrimonio” entre personas del mismo sexo se opone a la naturaleza. Dos individuos del mismo sexo, independientemente de su raza, riqueza, estatura, erudición o fama, nunca podrán casarse debido a una imposibilidad biológica insuperable.
En segundo lugar, los rasgos raciales heredados e inmutables no pueden compararse con el comportamiento no genético y cambiante. Simplemente no hay analogía entre el matrimonio interracial de un hombre y una mujer y el “matrimonio” entre dos individuos del mismo sexo.
6. No crea una familia sino una unión naturalmente estéril
El matrimonio tradicional suele ser tan fecundo, que quienes pretenden frustrar su fin deben violentar la naturaleza para impedir el nacimiento de hijos mediante el uso de anticonceptivos. Tiende naturalmente a crear familias.
Por el contrario, el “matrimonio” entre personas del mismo sexo es intrínsecamente estéril. Si los “cónyuges” quieren un hijo, deben burlar la naturaleza por medios costosos y artificiales o emplear vientres de alquiler. La tendencia natural de una unión de este tipo no es crear familias. Por lo tanto, no podemos llamar matrimonio a una unión entre personas del mismo sexo y otorgarle los beneficios del verdadero matrimonio.
7. Contraviene el propósito del Estado de beneficiar al matrimonio
Una de las principales razones por las que el Estado concede numerosos beneficios al matrimonio es que, por su propia naturaleza y diseño, el matrimonio proporciona las condiciones normales para un ambiente estable, afectuoso y moral beneficioso para la educación de los hijos, fruto del afecto mutuo de los padres. Esto ayuda a perpetuar la nación y a fortalecer la sociedad, un interés evidente del Estado.
El “matrimonio” homosexual no ofrece tales condiciones. Su fin primordial, objetivamente hablando, es la gratificación personal de dos individuos cuya unión es estéril por naturaleza. No tiene derecho; por lo tanto, a la protección que el Estado extiende al verdadero matrimonio.
8. Impone su aceptación a toda la sociedad
Al legalizar el “matrimonio” entre personas del mismo sexo, el Estado se convierte en su promotor oficial y activo. El Estado les pide a los funcionarios públicos que oficien la nueva ceremonia civil, les ordena a las escuelas públicas que enseñen su aceptación a los niños y castiga a cualquier empleado estatal que exprese su desaprobación.
En el ámbito privado, los padres que se opongan verán a sus hijos más expuestos que nunca a esta nueva “moralidad”, los negocios que ofrezcan servicios nupciales se verán obligados a ofrecerlos a las uniones del mismo sexo y los propietarios de inmuebles de alquiler tendrán que aceptar como inquilinos a parejas del mismo sexo.
En cada situación en la que el matrimonio afecte a la sociedad, el Estado esperará que los cristianos y todas las personas de buena voluntad traicionen sus conciencias condonando, mediante el silencio o el acto, un ataque al orden natural y a la moral cristiana.
9. Es la vanguardia de la revolución sexual
En los años 60, la sociedad se vio presionada a aceptar todo tipo de relaciones sexuales inmorales entre hombres y mujeres. Hoy estamos viendo una nueva revolución sexual en la que se pide a la sociedad que acepte la sodomía y el «matrimonio» entre personas del mismo sexo.
Si el “matrimonio” homosexual se acepta universalmente como el paso actual en la “libertad” sexual ¿qué argumentos lógicos se pueden utilizar para detener los pasos siguientes de incesto, pedofilia, bestialidad y otras formas de comportamiento antinatural? De hecho, elementos radicales de ciertas subculturas “vanguardistas” ya abogan por tales aberraciones.
La imposición del “matrimonio” entre personas del mismo sexo al pueblo estadounidense deja cada vez más claro lo que el activista homosexual Paul Varnell escribió en el Chicago Free Press:
“El movimiento gay, lo reconozcamos o no, no es un movimiento de derechos civiles, ni siquiera un movimiento de liberación sexual, sino una revolución moral destinada a cambiar la visión que la gente tiene de la homosexualidad”.
10. Ofende a Dios
Esta es la razón más importante. Siempre que uno viola el orden moral natural establecido por Dios, peca y ofende a Dios. El “matrimonio” entre personas del mismo sexo hace precisamente esto, en consecuencia, cualquiera que profese amar a Dios debe oponerse a él.
El matrimonio no es la criatura de ningún Estado. Más bien, fue establecido por Dios en el Paraíso para nuestros primeros padres, Adán y Eva. Como leemos en el libro del Génesis: “Creó Dios al hombre a su imagen; a imagen divina lo creó; varón y hembra los creó. Dios los bendijo diciendo: 'Sed fecundos y multiplicaos; llenad la tierra y sometedla'”. (Gn 1:28-29)
Lo mismo enseñó Nuestro Salvador Jesucristo: “Desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer”. (Mk 10:6-7).
El Génesis también enseña cómo Dios castigó a Sodoma y Gomorra por el pecado de la homosexualidad: “El Señor hizo llover fuego sulfuroso sobre Sodoma y Gomorra. Derribó aquellas ciudades y toda la llanura, junto con los habitantes de las ciudades y los productos de la tierra”. (Gn 19:24-25)
Adoptamos una postura de principios, no personal
Al escribir esta declaración, no pretendemos difamar ni menospreciar a nadie, no nos mueve el odio personal contra ningún individuo. Al oponernos intelectualmente a individuos u organizaciones que promueven la agenda homosexual, nuestra única intención es la defensa del matrimonio tradicional, la familia y los preciosos restos de la civilización cristiana.
Como creyentes, estamos llenos de compasión y oramos por aquellos que luchan contra la implacable y violenta tentación del pecado homosexual, por aquellos que caen en el pecado homosexual por debilidad humana, para que Dios los asista con su gracia.
Somos conscientes de la enorme diferencia entre estos individuos que luchan contra su debilidad y se esfuerzan por superarla y otros que transforman su pecado en motivo de orgullo y tratan de imponer su estilo de vida a toda la sociedad, en flagrante oposición a la moral cristiana tradicional y a la ley natural. Pero también por ellos rezamos.
Oramos también por los jueces, legisladores y funcionarios del gobierno que, de un modo u otro, toman medidas que favorecen la homosexualidad y el «matrimonio» entre personas del mismo sexo. No juzgamos sus intenciones, disposiciones interiores o motivaciones personales.
Rechazamos y condenamos cualquier violencia, simplemente ejercemos nuestra libertad como hijos de Dios (Ro 8:21) y nuestros derechos constitucionales a la libertad de expresión y a la exhibición pública, cándida, sin disculpas ni vergüenza, de nuestra fe bíblica. A los argumentos oponemos argumentos, a los argumentos a favor de la homosexualidad y el “matrimonio” entre personas del mismo sexo respondemos con argumentos basados en la recta razón, la ley natural y la revelación divina.
En una declaración polémica como esta, es posible que una u otra formulación se perciba como excesiva o irónica, esa no es nuestra intención.
Comments